En el ir y venir de cada día, es necesario encontrar tiempo para armonizar cada aspecto de nuestra vida.
La homeostasis es la característica de cualquier organismo vivo, por la cual se mantiene su medio interno dentro de parámetros determinados, estables y biológicamente óptimos. La palabra deriva de dos vocablos griegos: homos, que significa "igual" o "mismo", y estasis, que quiere decir "estado".
Originariamente, el término se comenzó a utilizar dentro de la fisiología y la medicina para diferenciarlo de otros estados patológicos, como el caos y la enfermedad.
Homeostasis y felicidad
Fue B.W. Cannon en 1932 quien introdujo el término de homeostasis psicológica, relacionando esa condición tan vital para un organismo con la satisfacción y la felicidad personal. Con los grandes avances que se han producido tanto en psicología como en neurología, ya no queda duda de que cualquier individuo necesita lograr el mayor nivel de armonía en su vida para sentirse a gusto con ella. Esto incluye todas las áreas en las que se desenvuelve cotidianamente: familiar, profesional, espiritual, recreativa y del hogar.
Lo importante es el equilibrio
A aquellas personas que durante toda su vida se han dedicado exclusivamente al desarrollo profesional, les puede parecer difícil cambiar sus hábitos de vida y comenzar a prestar atención a la familia o los amigos. La situación se vuelve más complicada cuando dentro de una pareja uno de los dos desea tener un hijo y el otro, no. Lo mismo ocurre para esas mujeres que se han dedicado a la crianza de sus hijos y nunca se han dado la oportunidad de hacer algo más, como desarrollar un hobby o una profesión.
El sentimiento de vacío suele desaparecer cuando se presta atención y se reflexiona sobre posibles cambios que tienden a equilibrar la balanza cotidiana.
Poco hacemos por conocerlas, y menos aprender a manejarlas.
Por esto quiero transmitirles lo que para mí son las cuatro partes de nuestro ser que debemos mantener en equilibrio para sentirnos más plenos:
Cuerpo: Nuestro físico es el vehículo desde donde vivimos. Si no mantenemos el equilibrio en nuestro cuerpo o conocemos cómo moverlo adecuadamente es probable que haya situaciones en las que nos cueste desenvolvernos porque el “cuerpo no nos da”.
Mente: La máquina que cree saberlo todo y que nos cuesta hacer callar. Cuando aprendemos a hacer que la mente trabaje para nosotros y no al revés, es que se abre todo un mundo de creatividad.
Emociones: Son el termómetro de lo que vivimos, las encargadas de hacernos saber si nos gusta o no el dónde estamos o qué hacemos. El impulso que nos lleva a actuar, reconocerlas y transformar ese fuego en un láser preciso puede ser una gran ventaja.
Espíritu: Nuestro verdadero ser, la conexión con lo que realmente somos antes de nacer, y la esencia de la vida. Lograr reconocernos como seres espirituales que debemos actuar en lo físico es lo que nos hace humanos.
Estas son las cuatro patas de la mesa. Cuando nos enfocamos en una sin tomar en cuentas las otras, usualmente perdemos el equilibrio y nos cuesta poder actuar con completa convicción, ya que funcionan en sintonías unas con otras.
El Crecimiento Personal es lograr trabajar todas de una forma integral, donde no hay una que sea más importante que la otra, y donde desde ellas podemos actuar de manera más equilibrada en la vida.
¡Sólo sembrando es posible cosechar!
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